Muchos creen que una reina se hace solo con belleza y pasarela… pero hay batallas que se pelean en silencio.
Y en el caso de Lina Luaces, hubo alguien que estuvo ahí cuando las cámaras no estaban. Alguien que la escuchó llorar más de una vez. Y no, no estamos hablando de Lili Estefan.

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En medio del torbellino de emociones que fue convertirse en Miss Universe Cuba, Lina reveló algo que nadie esperaba: hubo días en que la ansiedad la desbordaba, y cuando sentía que no podía más, agarraba el teléfono y marcaba.

¿A quién? A Clarissa Molina. Así, sin vueltas.
“Casi todos los días yo la llamaba, le mandaba recados… Clarissa, ayúdame, yo soy modelo, yo no sé cómo hacer esto”, confesó Lina, dejando claro que detrás de la reina segura había una chica llena de dudas.
Y fue Clarissa quien la escuchó, la aconsejó, y sobre todo, la acompañó.

El agradecimiento no solo vino de ella. Lili, su mamá, le dedicó unas palabras a Clarissa que lo dicen todo:
“Gracias por secarle las lágrimas, por aparecerte en persona, por hacerle entender que la gente solo le tira piedras al árbol que da frutos”.

Y la respuesta de Clarissa fue igual de contundente: “No me agradezcas, lo hice con todo el corazón”.
En un mundo donde todo parece perfecto en redes, Lina se animó a mostrar su lado más humano. Y esa sinceridad, esa necesidad de apoyo, le dio todavía más brillo a su corona.

Porque una reina de verdad, también llora… pero sabe bien a quién llamar.
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