No hay emoción más grande que ver a un hijo cumplir un sueño. Y si no, que lo diga Lili Estefan.

En medio de luces, aplausos, cámaras y toda la algarabía que rodeó la coronación de su hija Lina como Miss Universe Cuba, hubo un instante íntimo que no pasó desapercibido: ese primer encuentro, cara a cara, madre e hija… con la corona ya bien firme sobre la cabeza de la nueva reina.

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Podía haberle dicho mil cosas. Podía haberle hablado como conductora de TV, como celebridad, como mujer empoderada.

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Pero no. Le habló como mamá. Con esa mezcla de orgullo desbordado, lágrimas contenidas y ternura absoluta.

Mientras todos gritaban, filmaban y la música sonaba de fondo, Lili se acercó a Lina, la abrazó fuerte… y le dijo algo tan sencillo como poderoso. Porque a veces, las palabras más simples son las que llegan más profundo.

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La escena fue breve, pero cargada de todo lo que una madre puede sentir en ese momento. No hizo falta un discurso, ni cámaras exclusivas.

Solo hizo falta ese gesto y esa frase que, aunque dicho en voz bajita, quedó grabada para siempre.

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