Durante semanas, los rumores sobre una posible separación entre Alejandra Espinoza y Aníbal Marrero habían circulado en redes sociales y algunos programas de espectáculos. Aunque la pareja había compartido momentos juntos en redes, los seguidores más atentos notaron una distancia emocional: publicaciones menos frecuentes, mensajes ambiguos, y una visible ausencia del productor en eventos importantes.

Fue una tarde de jueves cuando Alejandra, visiblemente afectada por la incertidumbre y deseando confirmar o descartar lo que ya temía, decidió actuar por cuenta propia. Sin decir nada, tomó su automóvil y siguió discretamente a su esposo, quien había salido temprano con el argumento de tener una reunión de trabajo.

Lo que Alejandra encontró fue doloroso. Aníbal no se dirigió a ninguna oficina ni productora, sino a un pequeño restaurante ubicado en una zona tranquila de Miami.

Allí se encontró con una mujer joven, con quien compartió más de una hora de conversación cargada de gestos afectivos. Aunque no hubo contacto físico comprometedor, los abrazos prolongados, las risas íntimas y la forma en que él tomaba la mano de ella dejaron pocas dudas. Alejandra, desde su vehículo, no pudo evitar las lágrimas. Sabía que algo se había roto desde hace tiempo, pero verlo con sus propios ojos fue un golpe que le confirmó lo que en su corazón ya sabía.

Al regresar a casa, la actriz y presentadora no confrontó de inmediato a Aníbal. En cambio, se tomó unas horas para pensar, hablar con su madre y tratar de entender qué rumbo tomar. Personas cercanas afirman que Alejandra está considerando una separación formal, aunque por respeto a su hijo Matteo y a los años compartidos, manejará todo con discreción y madurez. Hasta el momento, ni Alejandra ni Aníbal han emitido declaraciones públicas. Sin embargo, una publicación en las historias de Instagram de Alejandra al día siguiente encendió las alarmas: una imagen de un atardecer con el mensaje “Las verdades duelen, pero liberan”.