“Cuando mi hija Scarlet me presentó a su novio Lou, lo miré directo a los ojos y le dije con total seriedad: ‘Si tratas bien a mi hija, seré el mejor suegro que podrías desear.

Pero si la lastimas… entonces conocerás al verdadero Rocky Balboa’. Y no lo dije en broma. Ser padre de hijas te convierte en una especie de guardián incansable.

Soy ese tipo de papá que no solo conoce el nombre del novio, sino también su historial crediticio, su cuenta de redes sociales y hasta cuántas veces ha cambiado de empleo.

Scarlet me advirtió: ‘Papá, ya espantaste a tres novios’. Y sí, lo admito con orgullo. Pero Lou era distinto.

Había algo en su forma de tratarla… una mezcla de respeto, ternura y complicidad que me hizo bajar la guardia.

Tanto así, que le preparé mi famoso spaghetti carbonara, un plato que solo cocino para la familia o para gente realmente especial.

El chico pasó la prueba. Aguantó mis chistes malos, mis preguntas incómodas sobre el futuro, y hasta mis abrazos que, según Scarlet, parecen más llaves de lucha libre que muestras de cariño.

Pero no se equivoquen”, advirtió Stallone con su característico tono firme, “esta casa tiene reglas claras.

Nadie, absolutamente nadie, lastima a mis princesas.

Y aunque tengo 76 años, todavía conservo unos buenos ganchos de izquierda… bien entrenados”.

Finalmente, con una sonrisa algo nostálgica, concluyó: “Ver a tu hija feliz con alguien que realmente la hace brillar no tiene precio.

Es uno de los regalos más grandes como padre. Pero… el GPS de su teléfono aún comparte su ubicación conmigo. Por si acaso”.