Raúl de Molina, conductor de El Gordo y la Flaca, vivió momentos críticos tras someterse a una cirugía abdominal. Aunque en un inicio la operación parecía un procedimiento controlado, días después comenzó a presentar una alarmante complicación que puso en riesgo su vida. Según relató el propio presentador, su cuerpo comenzó a expulsar un líquido rojo por todos lados, lo que encendió las alarmas en su hogar.

Fue su hija Mía quien, al notar la gravedad de la situación, llamó de inmediato al 911. Los paramédicos lo trasladaron de urgencia al hospital, donde recibió una transfusión de sangre y fue intervenido nuevamente para detener el sangrado. El susto fue tan grande que el propio Raúl confesó que pensó que podría no salir de esta. Afortunadamente, los médicos lograron estabilizarlo tras la cirugía correctiva.

De Molina explicó que la causa de la complicación fue el consumo de un antiinflamatorio recetado por otro médico, ajeno al equipo que lo operó. Este medicamento alteró la coagulación de su sangre, dificultando la cicatrización de la herida. Como parte del tratamiento, además de reposo en casa, tuvo que someterse a sesiones en cámara hiperbárica para cerrar completamente la herida y evitar infecciones graves.

Ahora, desde la tranquilidad de su hogar, Raúl se encuentra recuperándose junto a su esposa Millie y su hija Mía, a quienes agradeció por haber estado a su lado durante la crisis. Aunque aún no tiene fecha exacta de regreso al programa, se mostró optimista y agradecido por seguir con vida, dejando un mensaje claro a sus seguidores sobre la importancia de consultar siempre con los médicos adecuados.