A sus 55 años, Lilibeth Morillo, la hija del icónico cantante venezolano José Luis Rodríguez, conocido como “El Puma”, ha decidido romper su silencio y compartir con el mundo la dolorosa y compleja relación que ha mantenido con su padre a lo largo de los años.
En una emotiva entrevista, Lilibeth reveló que no ha tenido contacto con su padre durante los últimos 14 años, una situación que ha marcado su vida personal y profesional de manera profunda.
Lilibeth recordó con tristeza la última vez que vio a El Puma. Durante ese encuentro, su padre le comunicó que se retiraba, lo que ella inicialmente interpretó como un retiro espiritual. Sin embargo, con el tiempo, comprendió que este retiro significaba un distanciamiento definitivo de su vida. La confusión y el dolor han sido constantes en su corazón, ya que nunca entendió la razón detrás de la decisión de su padre de apartarse de ella y de su hermana Liliana.
A pesar de la distancia emocional, Lilibeth ha encontrado una manera de procesar sus sentimientos a través de la música. Junto a su hermana Liliana, compuso la canción “Malo”, una obra en la que se reflejan tanto el dolor como la incomodidad derivada de la relación rota con El Puma. En la letra de la canción, Lilibeth expresa que, a pesar de todo el sufrimiento, todavía siente amor por su padre y ora por su bienestar.
El misterio en torno a la relación entre El Puma y sus hijas se ha intensificado aún más debido a la postura del cantante, quien ha evitado hablar abiertamente sobre su vida personal. En varias ocasiones, ha señalado que no existen resentimientos hacia sus hijas, pero también ha hecho comentarios ambiguos sobre las razones de su distanciamiento, dejando entrever situaciones que no ha querido explicar. Por otro lado, Lilibeth y Liliana han desmentido las acusaciones de maltrato que su padre ha mencionado en entrevistas, señalando que estos temas surgen solo cuando El Puma necesita promover nuevos proyectos personales.
Este complicado entramado de emociones, acusaciones y tensiones familiares ha mantenido al público en vilo, creando más preguntas que respuestas sobre el futuro de esta relación. Sin embargo, a pesar de las diferencias y el dolor, Lilibeth y Liliana mantienen la esperanza de que el tiempo y el perdón puedan sanar las heridas abiertas, y que algún día puedan reconectar con su padre.
La historia de Lilibeth Morillo no solo toca las fibras más profundas de la familia Rodríguez, sino que también resuena con aquellos que han experimentado situaciones similares de distanciamiento y reconciliación. Mientras tanto, el mundo espera ver si esta relación fracturada tiene algún futuro, o si las sombras del pasado seguirán prevaleciendo en la vida de los Morillo.
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