Maripily Rivera, una de las Ex participantes más explosivas y directas de La Casa de los Famosos All Stars, ha vuelto a encender la polémica dentro del reality.
Esta vez, la boricua lanzó fuertes acusaciones contra la Jefa y el equipo de producción, a quienes señala de mostrar parcialidad evidente en favor de Paulo Quevedo, otro de los concursantes más destacados de la temporada.
VER EL VIDEO DE MARIPILY AL FINAL DE ESTE ARTICULO.

Durante una conversación con algunos compañeros, Maripily expresó su frustración con contundencia:
“Aquí hay favoritismo. Todo lo que hace Paulo se lo celebran, pero cuando uno hace algo similar, le buscan la quinta pata al gato”, dijo visiblemente molesta.

Además, insinuó que algunas decisiones recientes dentro del juego habrían sido manipuladas para beneficiar directamente al actor mexicano.
La molestia de Maripily surgió tras una serie de dinámicas donde, según ella, Paulo fue protegido o beneficiado, mientras que a otros concursantes, incluida ella misma, se les aplicaron reglas más estrictas o castigos por acciones similares.

“Esto ya no parece un juego parejo. Si uno no está del lado de producción, te ponen la cruz”, agregó.
Las redes sociales se incendiaron tras estas declaraciones, generando un intenso debate entre los seguidores del programa.

Mientras algunos apoyan a Maripily y aseguran que la producción ha mostrado favoritismo con Paulo desde el inicio, otros la acusan de estar buscando excusas ante sus propios errores en el juego.
Hasta el momento, ni la Jefa ni la producción han emitido un comunicado oficial respecto a estas acusaciones.

Sin embargo, el ambiente dentro de la casa está cada vez más tenso, y esta nueva controversia podría marcar un antes y un después en la dinámica del programa.
Sin filtros ni miedo a las consecuencias, Maripily ha demostrado una vez más que no se guarda nada… y que no teme enfrentarse incluso a quienes están detrás de cámaras.
VIDEO
News
Mientras mi esposo me golpeaba con un palo de golf, oí a su amante gritar: “¡Mátalo! ¡No es tu hijo!”. Sentí que mi mundo se derrumbaba… hasta que la puerta se abrió de golpe. Mi padre, el despiadado director ejecutivo, rugió: “Hoy pagarás por lo que hiciste”. Y en ese momento, supe… que la verdadera tormenta apenas comenzaba.
Mientras mi esposo, Andrew, me golpeaba con un palo de golf en medio del salón, apenas podía proteger mi vientre de…
Después de pasar seis meses cosiendo a mano el vestido de boda de mi hija, entré en la suite nupcial justo a tiempo para escucharla reír: “Si pregunta, dile que no me queda. Parece algo sacado de una tienda de segunda mano.” Tragué mi orgullo, enderecé la espalda y me llevé el vestido en silencio. Pero más tarde, ocurrió algo inimaginable…
Durante seis meses, cada noche después del trabajo, Elena se sentaba frente a la máquina de coser y continuaba, puntada por puntada,…
Me casé con un hombre sin hogar al que todos se burlaron y ridiculizaron durante toda la boda… pero cuando tomó el micrófono y habló, reveló una verdad que nadie podría haber imaginado y dejó a toda la sala entre lágrimas y en shock…
El día de mi boda con Daniel comenzó con un murmullo incómodo que recorrió toda la iglesia como un viento…
Mi hijo me golpeó, pero guardé silencio. A la mañana siguiente, cociné un banquete suntuoso. Él bajó las escaleras, vio el mantel de encaje y las galletas, sonrió y dijo: ‘Así que, mamá, por fin aprendiste’, pero su rostro cambió de color en cuanto vio a la persona sentada a la mesa…
El sonido de la bofetada fue seco y resonó en la cocina como un disparo. No era la primera vez…
En la cena familiar estaba sentada allí con el brazo roto, sin poder siquiera comer. Mi suegra dijo: “Mi hijo le dio una lección”. Y su hermana presumió: “Ella pensó que mandaba”. Yo solo sonreí. Treinta minutos después, sonó el timbre y él descubrió quién realmente manda en esta casa.
Aquella noche en la cena familiar todo olía a carne asada, vino barato y tensión contenida. Yo, Emily Carter, estaba sentada…
En la cena familiar, mi esposo me vertió sopa caliente sobre la cabeza mientras su madre se reía. Luego dijo: “Tienes diez minutos para largarte.” Me limpié la cara, saqué unos papeles de mi bolso, los puse sobre la mesa y dije con calma: “Tienes razón. Diez minutos después…”
La cena familiar en casa de los Miller siempre había sido un campo minado emocional para mí, pero aquella noche…
End of content
No more pages to load






