Erika Buenfil ha protagonizado cientos de escenas en su carrera… pero ninguna como esta. No hubo luces, ni cámaras, ni libretos. Solo ella, su hijo Nicolás, una toga, un birrete… y un corazón desbordado de orgullo.
Todo empezó con unas historias en Instagram donde Erika, sin maquillaje de gala ni frases rebuscadas, soltó la verdad más simple: estaba viviendo un momento hermoso.
Dijo que lloró poquito, pero los ojos rojos la delataban. “Estoy muy contenta”, repetía mientras intentaba mantener la compostura… sin éxito.
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Después llegó la postal del día: Nicolás, ya graduado, posando con ella al lado, abrazándolo como si todavía fuera su nene.
“No encuentro las palabras”, escribió. Y no hacía falta que las encontrara. Bastaba con ver su sonrisa para entenderlo todo. Terminar una etapa así no es poca cosa. Menos cuando lo vivís como mamá soltera, luchando por cada momento.

A su lado estuvieron su hermana Martha y su representante, Víctor Khun, completando la escena de celebración familiar.
Porque sí, cuando se trata de momentos grandes, Erika no los vive sola: los comparte, los presume y los grita al mundo.

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