El mundo católico se encuentra de luto tras confirmarse el fallecimiento del papa Francisco a los 88 años de edad.

Luego de 12 años al frente de la Iglesia católica, su partida deja un legado marcado por la sencillez, la cercanía con los más humildes y una visión pastoral centrada en la compasión y el servicio.

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Nacido como Jorge Mario Bergoglio en Argentina, se convirtió en el primer papa latinoamericano y jesuita en la historia del Vaticano.

Desde su elección en 2013, dejó claro que su misión no era acumular poder ni riquezas, sino transformar a la Iglesia desde adentro con una actitud humilde y comprometida.

Uno de los aspectos más destacados de su pontificado fue su decisión de vivir con austeridad.

Rechazó los lujos tradicionales del Vaticano y optó por residir en una casa sencilla, en consonancia con su formación jesuita y su promesa de vivir en pobreza.

Esta actitud fue bien vista por muchos fieles que veían en él un verdadero ejemplo de coherencia.

Más allá de lo económico, Francisco utilizó su voz para defender causas sociales como el cuidado del medio ambiente, la justicia económica y la integración de los más vulnerables.

Siempre se mostró dispuesto a escuchar y generar puentes entre religiones, culturas y pueblos, ganándose el respeto de millones alrededor del mundo.

Su fallecimiento marca el fin de una etapa distinta dentro de la Iglesia.

Francisco será recordado no por el oro ni los palacios, sino por haber predicado con el ejemplo.

Vivió según su fe, renunciando al poder y a las posesiones, y entregándose por completo a su misión como guía espiritual de los más necesitados.

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