Creía conocer a mi mejor amigo.
Pasamos por todo juntos: la universidad, las rupturas amorosas, las conversaciones profundas a medianoche.
Así que, cuando recibí la invitación a su boda, jamás imaginé que descubriría que mi novia—la mujer con la que llevaba tres años—**no era bienvenida**.
¿La razón?
**Peor de lo que jamás hubiera podido imaginar.**
Recuerdo perfectamente el momento en que abrí la invitación.
Estaba sentado en el sofá con Emily, mi pareja, cuando saqué la tarjeta del sobre.
Jake, mi mejor amigo desde la universidad, se casaba. Habíamos estado esperando esa invitación durante meses.
Leí todos los detalles: lugar, hora, código de vestimenta…
Pero entonces, algo me heló la sangre.
**Solo estaba mi nombre.**
Sin acompañante. Sin “+ Emily”. Solo yo.
Entrecerré los ojos, incrédulo.
—Esto es… raro —dije.
Emily se rió.
—Quizás se olvidaron de poner mi nombre. ¿Tal vez fue Clare quien los envió?
Yo también lo pensé. No podía ser intencional.
Emily no era solo mi novia. Era parte esencial de nuestro grupo de amigos.
Habíamos celebrado juntos cumpleaños, Nocheviejas, vacaciones.
Ella incluso ayudó a Jake a elegir el anillo de compromiso para Clare.
Y organizó su despedida de soltero.
Tomé el teléfono y le escribí a Jake:
**“Oye, hermano, creo que hubo un error en la invitación. No aparece Emily.”**
Vi el icono de “escribiendo…”. Luego desapareció. Apareció otra vez.
Finalmente, llegó su respuesta:
**“No es un error. Tenemos que hablar.”**
Mi corazón comenzó a latir con fuerza.
Confundido, esa noche me reuní con los otros padrinos de boda.
Llamé a uno de ellos aparte y le susurré:
—¿Qué demonios está pasando?
Se puso pálido. Sus ojos nerviosos evitaban los míos. Se inclinó hacia mí.
—Espera… ¿no te lo dijeron?
Un escalofrío me recorrió la espalda.
**¿Decirme qué?**
No esperé más. Fui en busca de Jake, furioso, con mil ideas revueltas en la cabeza.
Lo encontré junto al bar, riendo con Clare y algunas damas de honor, copa en mano, como si todo estuviera bien.
Sentí cómo la rabia me hervía por dentro.
—Jake, —dije con voz tensa— tenemos que hablar.
Su sonrisa desapareció de inmediato.
—Eh… ¿ahora mismo?
—Sí. Ahora.
No esperé su respuesta. Lo tomé del brazo y lo llevé aparte.
—¿Qué está pasando? —pregunté—. ¿Por qué todos los padrinos pueden llevar acompañantes menos yo? ¿Por qué Emily no fue invitada?
Jake suspiró y se frotó el cuello. Evitaba mi mirada. Estaba claramente incómodo.
Antes de que pudiera decir algo, Clare apareció, con los brazos cruzados y una sonrisita altiva.
—Porque, —dijo con frialdad— Lisa se volvería loca.
Abrí los ojos, atónito.
—¿Lisa?
Jake se removía, visiblemente incómodo.
—Hermano…
Clare soltó un suspiro dramático.
—Lisa está obsesionada contigo desde la fiesta de compromiso. Cree que ustedes dos están destinados a estar juntos.
Hizo un gesto con la mano, como si fuera algo trivial.
—Está pasando por un mal momento y, sinceramente, queríamos evitar dramas el día de la boda.
Sentí que todo giraba a mi alrededor.
—Espera… ¿me estás diciendo que dejaron fuera a Emily deliberadamente… para complacer a una dama de honor?
—Lisa es muy celosa —añadió Clare, como si fuera una excusa válida.
Solté una carcajada seca, sin rastro de humor.
—¿Y su “gran idea” fue dejar a Emily en casa? ¿La mujer con la que llevo tres años?
Jake por fin habló, con una expresión miserable.
—Escucha, es solo por una noche. Lisa ha estado mal últimamente y pensamos que si venías solo, sería más fácil.
**Más fácil.**
Lo miré, sintiendo cómo la furia me recorría el cuerpo.
—¿Te das cuenta de lo que estás diciendo?
Jake suspiró.
—No es nada personal, hermano—
Di un paso adelante.
—¿Nada personal? ¿De verdad crees que Emily lo verá así? ¿Y yo?
Clare puso los ojos en blanco.
—Vamos, sabes que Lisa es frágil. Solo intentábamos ser empáticos.
—¿Empáticos? —alzé la voz—. ¿Con Lisa, tal vez? ¿Y con Emily? ¿Conmigo?
Clare suspiró, irritada, pero Jake parecía debatirse por dentro.
—Sé que no es lo ideal, pero—
—No —lo interrumpí—. No es que “no sea lo ideal”. Es una falta de respeto. Es insultante.
Negué con la cabeza, con asco.
—Increíble.
¿De verdad pensaban que iba a jugar al novio imaginario de Lisa por un día? ¿Para alimentar sus delirios?
Clare se encogió de hombros.
—No es para tanto. Podías decirle a Emily que no viniera y ya está. Que no hiciera una escena.
Apreté los puños.
—A ver si lo entiendo. ¿Quieren que esté allí, fingiendo estar soltero, solo para mantener viva la fantasía de Lisa y evitar que se descontrole?
Jake ni siquiera podía mirarme a la cara.
Clare frunció el ceño.
—No te pedimos que la engañes. Es solo una noche. ¿No puedes fingir?
Algo dentro de mí se rompió.
—No —respondí con firmeza—. No puedo.
Jake dio un paso atrás.
—Espera, hermano—
Levanté una mano.
—Me retiro. No solo de la boda. Me retiro de esta amistad.
Clare abrió los ojos, indignada.
—¿¡Estás hablando en serio!?
Sonreí con amargura.
—Totalmente. A diferencia de ustedes, **yo sí respeto mi relación**.
Me di la vuelta y me fui.
No solo de la boda. **De sus vidas.**
Cuando llegué a casa, le conté todo a Emily.
Ella me escuchó en silencio, luego negó con la cabeza.
—Guau.
—¿Solo eso?
Me miró con los ojos encendidos.
—No. Estoy decidiendo si enfadarme… o reírme de lo patético que fue todo.
¿Y sabes qué?
**Jamás me he arrepentido de nada.**
El karma…
se encargó del resto.
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