Corría el año 1994 y como si del mejor colofón a la temporada se tratara, una de las grandes divas de la década se casaba en una fría boda invernal. Céline Dion daba el ‘sí, quiero’ en su Canadá natal a quien siempre fue su gran amor, el manager y productor musical René Angélil. La artista escogió una ceremonia religiosa, celebrada en la basílica de Notre-Dame de Montreal (Quebec), para sellar su destino. No importaba la diferencia de edad (25 años) o que hubiera una relación profesional entre ellos, solo lo que ambos sentían. Un mensaje de amor que ella mantiene en la actualidad, tal y como explicaba hace unos meses a Vogue France: “mi esposo era, y sigue siendo, un ser humano maravilloso. Sacó lo mejor de mí. Realmente lo hizo”.
A sus 26 años llegaba su esperado gran día. Un enlace que deseó con ganas, pues estuvo gestándose desde 1991, cuando la pareja anunció su compromiso. Entonces ella tenía tan solo 23 años y no contaba con la aprobación de su madre para seguir adelante con la boda. Sin embargo, todo cambió cuando la familia conoció a Angélil y, en palabras de la propia Dion, se enamoró de él.
Tres años después, cuando llegó aquel 17 de diciembre, el resultado fue mucho más espectacular de lo que se podría haber esperado. El gran día fue televisado y sus numerosos fans pudieron disfrutar de la fastuosa ceremonia a través de la pantalla. Ellos y los más de 500 invitados esperaron a la novia en la iglesia, que llegó ataviada con un vestido de corte princesa, con cancán, gran volumen, cuerpo ajustado, cintura a la vasca y una cola de siete metros. Una prenda, de inspiración barroca, ideada por Mirella y Stevie Gentile, que llevó más de 1.000 horas de trabajo y más de noventa metros de seda italiana, encaje francés y cristales. Un espectáculo digno de la alta costura.
A esto le sumó un pomposo velo y un enorme tocado hecho en exclusiva para ella a partir de 2.000 cristales Swarovski. Una creación a modo de corona que terminó por llevarla al médico el día después de su boda. Los tres kilos de peso de la pieza le habían causado un corte por la presión, que se convirtió en un hinchazón del tamaño de un huevo, por lo que tuvo que ser atendida médicamente. Había practicado días antes, pero no contaba con un suelo alfombrado, lo que le dificultó al caminar hacia el altar. A Vogue France, la propia Céline Dion le contaba que esto no afectó en ningún caso a su buen recuerdo del enlace: “Cuando eres tan feliz, no hay peso, no hay problema, no hay dolor que valga. Ese momento me acompañará el resto de mi vida. Nunca habría sido demasiado. Podía haber llevado uno tres veces más grande que mi cabeza”, reconocía.
Un look de aires vintage, tan llamativo como los propios estilismos de la carrera de la artista. Un diseño nada discreto, deslumbrante y extravagante, que hizo que se convirtiera en una de las novias más recordadas de todos los tiempos. Pero los datos de esta partida de la boda no son los únicos llamativos, pues en el enlace, Dion y Angélil, invirtieron en 12 autobuses para los invitados y 18 limusinas, contaron con el director de cine Laurent Larouche para grabar el gran día y además, se estima que el coste real de la boda fue 500.000 euros.
La celebración continuó ese día en el Hotel Westin Mount Royal de Montreal con una cena amenizada por una orquesta de cuerda, compuesta por 21 músicos y dirigida por el ejecutivo musical y compositor cinematográfico David Foster al piano, mientras el vocalista estadounidense Warren Wiebe cantaba The colour of my love, al recibir a los invitados. Muchos de ellos ya habían disfrutado previamente de la recepción, a modo de preboda, la noche anterior al enlace, cuando recibieron fichas para jugar en el casino que los novios organizaron.
Su enlace fue un gran paso en su larga historia de amor, un matrimonio que se extendió 21 años hasta el fallecimiento de René Angélil en 2016. Quién le habría dicho a aquella niña de 12 años que conoció al productor, de entonces 38, que acabaría casándose con él y teniendo tres hijos René-Charles (ahora con 23 años) y los gemelos Eddy y Nelson (con 14 años). Como si de un cuento se tratara, cada vez que tiene oportunidad, Céline Dion recuerda a quien fue su impulsor y marido con cariñosas palabras, con la misma emoción del primer día.
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