En un trágico episodio que ha sacudido al mundo de la música regional mexicana, Carlos González, vocalista de Grupo Fugitivo, se convirtió en el único sobreviviente de una emboscada ocurrida el 25 de mayo de 2025 en Reynosa, Tamaulipas. Según el testimonio recopilado por Rubén Isaac Valdez, primo de uno de los músicos asesinados, González recibió la dirección de un supuesto evento en la colonia Riberas de Rancho Grande, pero al llegar tarde encontró solo un terreno desierto.
Incapaz de contactar a sus compañeros, optó por regresar a casa, escapando así de la tragedia que cobró la vida de cinco integrantes. La Fiscalía de Tamaulipas confirmó que los cuerpos calcinados localizados en un predio de Reynosa pertenecen a Francisco Xavier Vázquez Osorio, Nemesio Antonio Durán Rodríguez, Víctor Manuel Garza Cervantes, José Francisco Morales Martínez y el mánager Livan Edyberto Solís de la Rosa. El 29 de mayo, nueve sospechosos fueron arrestados, presuntamente vinculados a “Los Metros”, una célula del Cártel del Golfo que opera en la zona.
Las autoridades aún investigan los motivos detrás del ataque, que ha generado una ola de indignación en el sector cultural. Por motivos de seguridad, Carlos González permanece en un lugar no revelado y ha evitado hacer comentarios públicos. Este crimen ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de los artistas en regiones afectadas por el crimen organizado, como Tamaulipas.
La comunidad artística clama por medidas que garanticen su seguridad y por el esclarecimiento total de este caso. Mientras tanto, la memoria de los músicos de Grupo Fugitivo permanece en el corazón de sus seguidores, quienes exigen justicia ante un acto que refleja la cruda realidad de la situación en México.
News
Mientras mi esposo me golpeaba con un palo de golf, oí a su amante gritar: “¡Mátalo! ¡No es tu hijo!”. Sentí que mi mundo se derrumbaba… hasta que la puerta se abrió de golpe. Mi padre, el despiadado director ejecutivo, rugió: “Hoy pagarás por lo que hiciste”. Y en ese momento, supe… que la verdadera tormenta apenas comenzaba.
Mientras mi esposo, Andrew, me golpeaba con un palo de golf en medio del salón, apenas podía proteger mi vientre de…
Después de pasar seis meses cosiendo a mano el vestido de boda de mi hija, entré en la suite nupcial justo a tiempo para escucharla reír: “Si pregunta, dile que no me queda. Parece algo sacado de una tienda de segunda mano.” Tragué mi orgullo, enderecé la espalda y me llevé el vestido en silencio. Pero más tarde, ocurrió algo inimaginable…
Durante seis meses, cada noche después del trabajo, Elena se sentaba frente a la máquina de coser y continuaba, puntada por puntada,…
Me casé con un hombre sin hogar al que todos se burlaron y ridiculizaron durante toda la boda… pero cuando tomó el micrófono y habló, reveló una verdad que nadie podría haber imaginado y dejó a toda la sala entre lágrimas y en shock…
El día de mi boda con Daniel comenzó con un murmullo incómodo que recorrió toda la iglesia como un viento…
Mi hijo me golpeó, pero guardé silencio. A la mañana siguiente, cociné un banquete suntuoso. Él bajó las escaleras, vio el mantel de encaje y las galletas, sonrió y dijo: ‘Así que, mamá, por fin aprendiste’, pero su rostro cambió de color en cuanto vio a la persona sentada a la mesa…
El sonido de la bofetada fue seco y resonó en la cocina como un disparo. No era la primera vez…
En la cena familiar estaba sentada allí con el brazo roto, sin poder siquiera comer. Mi suegra dijo: “Mi hijo le dio una lección”. Y su hermana presumió: “Ella pensó que mandaba”. Yo solo sonreí. Treinta minutos después, sonó el timbre y él descubrió quién realmente manda en esta casa.
Aquella noche en la cena familiar todo olía a carne asada, vino barato y tensión contenida. Yo, Emily Carter, estaba sentada…
En la cena familiar, mi esposo me vertió sopa caliente sobre la cabeza mientras su madre se reía. Luego dijo: “Tienes diez minutos para largarte.” Me limpié la cara, saqué unos papeles de mi bolso, los puse sobre la mesa y dije con calma: “Tienes razón. Diez minutos después…”
La cena familiar en casa de los Miller siempre había sido un campo minado emocional para mí, pero aquella noche…
End of content
No more pages to load






